Al rededor del año 2000 se empezó a hablar del pico petrolero, el punto máximo de extracción de petróleo en el mundo; un escenario como el de la película Mad Max se vislumbraba, mucha gente poderosa se asustó y empezaron a tomar en serio las energías renovables, incluso las mismas compañías petroleras.
Alguien que observó la situación y decidió sacar ventaja fue el ex vicepresidente de los Estados Unidos, Al Gore. Con su película Una verdad incómoda que incluso ganó un Oscar, se convirtió la cara del cambio climático y empujó fuertemente por las energías que no dependieran de la extracción petrolera, gas y carbón. Convenció a gobiernos que subsidiaran las energías verdes: solar, eólica y bioenergía. El optimismo por un mundo mejor donde la humanidad corrige el estilo de vida, menos contaminación y un equilibrio con la naturaleza, se estaba gestando ¿o no?
Michael Moore es uno de los directores de documentales más exitosos, y para nadie es desconocido que su corazón late hacia la izquierda (apoyaba fervientemente a Bernie Sanders), para nuestra sorpresa lanza un documental donde ataca la bandera más grande del socialismo moderno, el movimiento ambientalista. Liberaron en YouTube gratuitamente la película Planet of the Humans dirigido por Jeff Gibbs.
Planet of the humans comienza destrozando uno de las tecnologías verdes más prometedoras, los autos eléctricos. Y es que para cargar estos carros se requiere energía que proviene del sistema eléctrico que en su gran mayoría se sigue generando por métodos “sucios”, además para construir las baterías se explota con minería y por ende se afecta el ambiente ¿qué tiene de verde? Elon Musk con su Tesla hizo “sexy” al auto eléctrico, pero aún la tecnología no llega a ser una ventaja económica para la mayoría de los consumidores.
Ahora, las energías solar y eólica aprovechan dos fuerzas de la naturaleza gratis para todos, pero su rendimiento es muy poco como para la demanda actual de la civilización. El gobierno da muchos incentivos para estas energías, sin embargo, tienen la gran desventaja de que cuando está nublado o el viento no sopla, deja de funcionar, esto para una red eléctrica es fatal, se tiene que complementar con otras energías (primordialmente gas natural). La tecnología deja mucho que desear, pero estoy seguro que un día estarán a la altura de las promesas.
Para mi lo más revelador del documental fue la bioenergía. Dentro de esta ola de energías verdes, la bioenergía silenciosamente se volvió en la más rentable, por lo menos en Estados Unidos, más de dos mil plantas se abrieron en los últimos años. Irónicamente la principal materia prima son los árboles, esta energía “verde” consume lo más verde que hay. La industrial de la tala de árboles corrompió a asociaciones ambientalistas como Sierra Club. Detrás de la bionergía están inversiones de grandes bancos y hasta de petroleras, están acabando con los árboles. Devastador.
Hay dos críticas fuertes que tengo sobre este documental. Primeramente, no proponen soluciones a estas tendencias, dejan un panorama desolador de orangutanes envueltos en lodo, cayéndose de árboles quemados. ¿Por qué no hablaron de la energía más limpia y efectiva? la energía nuclear. Y no hablo de la que vemos en los Simpsons y Chernovyl, la nueva generación de energía nuclear es mucho más segura y produce mínimo de desperdicio, podría salvarnos.
En medio del documental, varios expertos comentan que el verdadero problema es la sobrepoblación, los humanos estamos acabando con el planeta y por lo tanto el control de la población reducirá el consumo de los recursos naturales. La promoción de esta agenda empezó desde los sesentas y tiene un fin siniestro, asesinar gente, no se puede decir de otra forma. ¿Tú darías la vida por el planeta? ¿La de tus hijos? Esta filosofía se promueve mucho por Hollywood y estoy seguro que en los próximos años se empujará más intensamente, se justificarán atrocidades con la bandera verde.
Recomiendo el documental pero con un ojo crítico, aplaudo que se vayan a la cabeza de personajes como Al Gore, Richard Branson, Michael Bloomberg y otros, esto sin duda causará impacto sobre todo en abandonar prácticas que solo están motivadas por el dinero, engañando a la gente. Mal por no dar alternativas, no confiar en las avances tecnológicos. Tampoco reducir la población es la solución.
Un experto mencionó que en la naturaleza los seres explotan los recursos, crecen hasta el punto de no retorno y se acaban, esto es el orden de las cosas y nuestro comportamiento es congruente con esto. ¿Será ese nuestro destino? ¿Evolucionaremos encima de la ambición y de pensar al corto plazo? Yo espero que sí.