La desextinción del lobo terrible


El 7 de abril de 2025, el mundo despertó con una noticia que parece sacada de la ciencia ficción: el lobo terrible (Aenocyon dirus), una especie extinta hace más de 10,000 años, ha vuelto a la vida. Este logro, anunciado por la empresa biotecnológica Colossal Biosciences, marca un hito en la historia de la ciencia y abre un debate sobre el poder y las implicaciones de la desextinción.

El lobo terrible, también conocido como lobo gigante, fue un depredador icónico del Pleistoceno que habitó América, desde las llanuras de Norteamérica hasta las pampas de Argentina. Con un tamaño un 25% mayor que el lobo gris moderno, un pelaje denso y unas mandíbulas capaces de triturar huesos, este cánido cazaba en manadas y dominaba su entorno hasta que los cambios climáticos y la desaparición de la megafauna que cazaba lo llevaron a la extinción hace unos 12,000 años. Ahora, gracias a avances en ingeniería genética, tres cachorros llamados Rómulo, Remo y Khaleesi han nacido con características de esta especie perdida.

El proceso detrás de esta hazaña es tan fascinante como complejo. Científicos de Colossal Biosciences extrajeron ADN antiguo de fósiles hallados en sitios como Rancho La Brea, en Los Ángeles, donde se han encontrado miles de esqueletos de lobos terribles. Utilizando la tecnología CRISPR, editaron 20 genes clave en células de lobo gris moderno para replicar rasgos distintivos del lobo terrible, como su mayor tamaño, pelaje blanco y estructura robusta. Estos embriones modificados fueron implantados en madres sustitutas caninas, y el 1 de octubre de 2024 nacieron los primeros cachorros en una reserva secreta en Estados Unidos.

A sus seis meses, Rómulo y Remo ya miden 1.20 metros y pesan cerca de 36 kilos, con proyecciones de alcanzar hasta 70 kilos en la adultez. Khaleesi, de dos meses, promete seguir el mismo camino. Su primer aullido, captado en video, ha sido descrito como profundo y resonante, un eco del pasado que ha emocionado a millones. Sin embargo, estos lobos no son réplicas exactas de sus ancestros. Criados en cautiverio, su comportamiento y dieta se asemejan más a los de los lobos modernos, lo que plantea preguntas sobre cuánto representan realmente al lobo terrible original.

Este avance no es solo un espectáculo científico; Colossal Biosciences lo presenta como un paso hacia la restauración ecológica. La empresa argumenta que la desextinción puede ayudar a reparar ecosistemas dañados, e incluso planea aplicar estas técnicas a especies como el mamut lanudo o el tigre de Tasmania. Además, ven un potencial en la conservación de especies actuales en peligro, como el lobo rojo, cuya diversidad genética podría beneficiarse de tecnologías similares.

Pero no todo es celebración. La desextinción despierta dilemas éticos y ecológicos. ¿Qué impacto tendría reintroducir una especie en un mundo tan diferente al del Pleistoceno? ¿Podrían estos lobos convertirse en una amenaza si se liberaran? Algunos expertos advierten que, sin las presas y los hábitats originales, su papel en la naturaleza moderna es incierto. Otros cuestionan si los recursos invertidos en revivir especies extintas no serían mejor utilizados en proteger las que aún existen.

Por ahora, Rómulo, Remo y Khaleesi crecen bajo estricta supervisión en una reserva de 817 hectáreas, alimentados con carne de res, caballo y ciervo. Su existencia es un testimonio del ingenio humano, pero también un recordatorio de nuestra responsabilidad. La desextinción del lobo terrible no es solo un regreso al pasado; es una puerta al futuro, un futuro donde la línea entre lo perdido y lo recuperado se difumina. ¿Qué sigue? Solo el tiempo, y la ciencia, lo dirán.

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