Conversar con una feminista

Como hombre es difícil sostener un debate de idea con una feminista, los puntos de vistas, las experiencias, el filtro con el que se miran las cosas son muy distintos. La lucha de las feministas está centrada en derrocar el sistema que le llaman “patriarcado” y los hombres son militantes de este partido.

A veces lo mejor es no decir nada.

Las feministas ven a todos los hombres como enemigo, por eso generalizan, nos ponen a todos dentro de una misma caja. Todos somos abusadores, todos queremos hacer a la mujer sumisa, etc. Por supuesto que no es cierto, pero en su experiencia de vida han tenido malas experiencias. Creo que universalmente una mujer se ha topado con este tipo de discriminaciones y hasta violencia ¿se les puede culpar por pensar así?

Y es que evidentemente la sociedad es machista, lo ha sido por siglos, en unas culturas más que otras, pero el dominio del hombre en esferas de poder es una constante, poco a poco se ha estado nivelando, pero está muy lejos de ser equitativo o representativo. Lo que le quiero comentar a mis amigas es que esta estructura está muy metida dentro de nuestro cerebro por miles de años de inercia donde el hombre salía a cazar y recolectar alimentos y la mujer le tocaba estar en casa y cuidar a los hijos. Ese orden de las cosas contrasta con la realidad actual, sin embargo, los arquetipos los traemos y tardará tiempo en desbaratarlos. No estoy justificando las actitudes machistas, solo estoy tratando de explicarlas.

El feminismo lleva un poco más de un siglo y han logrado muchos avances. Pero también el feminismo ha estado evolucionando, las primeras mujeres luchaban por derechos fundamentales y lo hacían de una forma organizada cuidando las formas de la sociedad. Ahora la lucha es ideológica, tiene que ver más con la libertad, con el poder de decisión y acceso a los centros de poder. Todas sin duda, son luchas dignas.

La semana pasada hubo un caso muy mencionado de una mujer de la Ciudad de México a la cual el taxista le gritó ¡Guapa! Y ella decidió levantarle una queja administrativa, la cual procedió. Esto fue comentado en las redes sociales, en su mayoría negativamente por considerarlo exagerado e incluso revelaron que ella misma le ha dicho guapos a taxistas y a otros hombres. Fue interesante que muchas mujeres también la criticaron, quizás por trivializar algo tan serio como el acoso o por querer llamar la atención. Comenté que bajo la premisa de que a todas las mujeres constantemente las acosan en la calle, la reacción no me pareció exagerada, incluso lógica. Recordar que todas nuestras acciones se derivan de nuestra percepción de la realidad.

En redes sociales leo que cuando una feminista expone un punto de vista, hombres reaccionan de forma visceral, se sienten agredidos, lo cual continua con el ciclo. Muchas veces el mensaje no está enfocado a los hombres sino a otras mujeres, para hacer conciencia, entiendo eso. Leo ocasionalmente a Sabina Berman en El Universal, es una escritora feminista muy destacada. Por ejemplo, en este artículo sobre la misoginia, lo que me llama la atención son los comentarios en su mayoría de hombres que solo insultan pero no argumentan lo que dice la fábula.

Y creo que hay mucho que argumentar con las feministas, muchas cosas son de forma y algunas de fondo. A veces usan la victimización para defenderse y otras veces su “poder femenino”. A veces quieren “equilibrar” cosas que, por la misma naturaleza o el sentido común, no son equilibrables, como darles acceso a mujeres tareas que por su naturaleza deben realizar los hombres. Luchar por causas que no aportan a la equidad de género, por ejemplo, que las mujeres puedan destaparse los pechos en público Free the nipple haciendo a un lado situaciones tan delicadas como la violencia contra la mujer o el femicidio.

Como hombre he tratado de conversar con muchas de ellas, exponer estos puntos, debatir, argumentar. Pero confieso que son muy apasionadas en sus convicciones, no ceden ni un centímetro. Lo que me preocupa es la dinámica de unos contra otros, cuando todo estamos en el mismo barco, pertenecemos a la humanidad.

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