En estos tiempos de incertidumbre recurrimos a personas que nos puedan guiar, que contesten nuestras preguntas y que calmen nuestras ansiedades. Mientras más grande la crisis, más relevancia obtiene el experto que lidera la comunicación. No es coincidencia que en la presente pandemia del coronavirus, en muchos países surgió la figura del epidemiólogo o doctor que se convirtió en una superestrella y que la gente sigue con mucha atención, una figura paterna que tiene todas las respuestas.
Pero ¿qué tanto podemos confiar en los expertos? ¿no se están equivocando constantemente? En Estados Unidos como en México, inicialmente los expertos decían que los cubrebocas no servían, que eran solo para personal médico, que daban un falso sentido de seguridad, etc. Después cambiaron de opinión. Y qué decir de los modelos, han sido de lo más equivocados, al principio trataron de predecir los tiempos en que se iba a “aplanar la curva” y la mortalidad. En el caso de México ya es una broma cuando el Dr. Hugo López Gatell dice que ya llegamos o estamos por llegar al pico.
No podemos ser tan duros con ellos, después de todo este virus es nuevo, hay muchas incógnitas, no hay cura, ni vacuna y el comportamiento humano es multifactorial, hay muchas variables; todo esto es entendible, pero entonces ¿por qué decían con tanta seguridad sus predicciones, por qué se equivocaron tanto en las recomendaciones más básicas? Creo que en este caso, la política tuvo mucho que ver, hay presiones por todos lados: económicas, sociales, comerciales, etc.
Esta última es quizás sea el factor más fuerte en las recomendaciones de los expertos: la industria farmacéutica y otras poderosas industrias dictan la agenda. En Estados Unidos, el presidente Trump promovió la hidroxicloroquina (un medicamento para la malaria y el lupus) como tratamiento para el Covid-19, sin embargo los medios y hasta el propio encargado de epidemiología el Dr. Antony Fauci lo desmintieron y lo tacharon de peligroso, cuando él mismo años antes lo recomendaba sin problemas. El asunto se hizo político y comercial, la ciencia médica en segundo plano. ¿Por qué comercial? La hidroxicloroquina es muy barata, y hay otros medicamentos más rentables.
Me pongo a pensar en qué otros aspectos de la ciencia realmente los expertos nos están diciendo la verdad. Hubo doctores en los cincuentas que salían en comerciales de cigarros, ¿realmente es tan grave el problema del cambio climático o es un empuje para transformar radicalmente el modelo económico mundial? ¿Habrá cura para el cáncer y otras enfermedades terminales? Cuando sabemos que el dinero está en el tratamiento, no en la cura.
Por supuesto que debemos de escuchar a los expertos, pero sugiero hacerlo cautelosamente, investigar un poco si hay detrás algún interés que no sea el bien de la gente. Tampoco es válido creernos que podemos encontrar las respuestas en sitios de internet o las redes sociales donde están llenos de desinformación, teorías de conspiración y chismes. Como todo en la vida, hay que aplicar el sentido común.
Hay que reconocer los expertos que tienen ética y que buscan lo que la ciencia búsca: la verdad, desgraciadamente cada vez es más raro. Hay situaciones en que no nos queda otra más que confiar en los expertos y sí, la mayoría de las veces sus consejos nos llevan a buen puerto.
Cada uno de nosotros nos podemos hacer expertos, ahora como nunca tenemos a nuestra disposición un universo de información que nos proporciona el internet, pero mucho ojo, hay que cuidar las fuentes y sobre aplicar los filtros correctos para discernir. Aconsejo dar una repasada al método científico que quizás sea el más importante invento humano que nos ha llevado a gozar los grandes de la civilización y se basa en un concepto básico: la observación.