¿Has visto ese programa del Dr. Phil? Un señor gordito (¿cómo se atrevió a hacer un especial de bajar de peso?), calvo, con acento sureño y mejor amigo de Oprah. En este programa el Dr. Phil se especializa en tratar relaciones, y siempre tiene un As bajo la manga. Tiene hijos y me imagino esta conversación en su casa:
– Llegas tarde
– Sí, ¿y qué?
– ¿Dónde andabas? Que importa, no me vas a creer
– Quiero que te abras conmigo, ¿qué está pasando?
– Nada, no pasa nada, todo está perfecto
– Hijo, sabes que te amo, me puedes decir todo
– ¿Ah sí? Pues ¡te odio!
– Claro que no me odias, pero aprecio mucho este avance
– ¿Avance? ¿Avance? Me vuelves loco con tantas preguntas, siento que me tratas como uno de tus tontos invitados. ¡Losers!
– Cuéntame, ¿qué estás pensando realmente?
– Papá, no me escuchas, crees que lo sabes todo y no sabes nada, a ver ¿cómo me llamo?
– Hijo, sabes que te amo
– ¡¿Cómo me llamo?!
– ¿Phil? ¿Ted? ¿Edwin?
– ¡Nomás te importa tu estúpido programa! Y ahora quieres a jugar al papá
– Creo que nos hemos acercado mucho hoy, hijo
– ¡Te odio!