El autismo, o Trastorno del Espectro Autista (TEA), es una condición que afecta a las personas de maneras muy diversas. Aunque cada experiencia es única, los expertos han tratado de clasificar el autismo en diferentes niveles para ayudar a entender mejor las necesidades de apoyo de cada individuo. Según el manual DSM-V, el autismo se puede clasificar en tres niveles principales.
El nivel 1, conocido como “necesita apoyo”, es el más leve. Las personas con autismo de nivel 1 pueden tener dificultades con la comunicación social y pueden necesitar ayuda para organizar y planificar sus actividades, pero generalmente pueden manejar la vida cotidiana con un apoyo mínimo.
El nivel 2, “necesita apoyo sustancial”, implica mayores desafíos en la comunicación social y comportamientos más rígidos o repetitivos. Las personas con autismo de nivel 2 pueden necesitar intervenciones y apoyos más significativos en su vida diaria.
El nivel 3, “necesita apoyo muy sustancial”, es el más severo. Las personas con este nivel de autismo enfrentan desafíos considerables en la comunicación social y muestran comportamientos que pueden impedir su funcionamiento en diferentes áreas de la vida sin un apoyo intensivo.
Es importante destacar que estos niveles no son fijos y pueden cambiar a lo largo de la vida de una persona, especialmente con intervenciones tempranas y adecuadas. Además, la clasificación en niveles no define a la persona ni a su potencial. Cada individuo con TEA tiene sus propias fortalezas y desafíos, y merece ser valorado y apoyado para alcanzar su máximo potencial.
Para obtener más información sobre los niveles de autismo y cómo se diagnostican, puedes visitar fuentes confiables como la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11) de la Organización Mundial de la Salud o recursos de instituciones reconocidas como la Mayo Clinic.