El equinoccio de otoño es un fenómeno astronómico que marca el cambio de estación del verano al otoño en el hemisferio norte y de invierno a primavera en el hemisferio sur. Este evento ocurre cuando el Sol se posiciona directamente sobre el ecuador, resultando en un día y una noche de igual duración, aproximadamente 12 horas cada uno.
En el hemisferio norte, el equinoccio de otoño suele ocurrir entre el 22 y el 23 de septiembre, mientras que en el hemisferio sur se presenta entre el 20 y el 21 de marzo. En 2024, el equinoccio de otoño para el hemisferio norte ocurrió el 22 de septiembre a las 12:44 GMT.
El equinoccio no solo es un evento astronómico, sino que también tiene un gran significado cultural y espiritual en diversas partes del mundo. Por ejemplo, en México, la pirámide de Chichén Itzá alinea con el sol de tal manera que proyecta una sombra en forma de serpiente, simbolizando el descenso del dios Kukulkán durante el equinoccio.
Además, el equinoccio de otoño da inicio a las festividades de la cosecha y de acción de gracias en varias culturas, donde se celebra y agradece por los frutos recogidos durante el año. Estas tradiciones se remontan a miles de años atrás y se pueden encontrar en culturas tan diversas como la maya, la china o la celta.
A medida que los días comienzan a acortarse y las noches a alargarse, el equinoccio de otoño también señala un tiempo de preparación para los meses más fríos que están por venir. Es un recordatorio de la constante evolución de la naturaleza y de nuestra conexión con ella.
El equinoccio de otoño es, por lo tanto, un momento para reflexionar sobre el cambio y la transición, tanto en el mundo natural como en nuestras propias vidas. Es una oportunidad para celebrar el equilibrio y la armonía, y para prepararnos para lo que el futuro nos depara.